martes, 18 de diciembre de 2018

PEDRO SALINAS


Navacerrada, abril 

Los dos solos. ¡Qué bien 
aquí, en el puerto, altos! 
Vencido verde, triunfo 
de los dos, al venir 
queda un paisaje atrás; 
otro enfrente, esperándonos. 
Parar aquí un minuto. 
Sus tres banderas blancas 
-soledad, nieve, altura- 
agita la mañana. 
Se rinde, se me rinde, 
ya su silencio es mío: 
posesión de un minuto. 
Y de pronto mi mano 
que te oprime, y tú, yo, 
-aventura de arranque 
eléctrico-, rompemos 
el cristal de las doce, 
a correr por un mundo 
de asfalto y selva virgen. 
Alma mía en la tuya 
mecánica; mi fuerza, 
bien medida, la tuya, 
justa: doce caballos. 

  Ayer te besé en los labios 
Ayer te besé en los labios. 
Te besé en los labios. Densos, 
rojos. Fue un beso tan corto, 
que duró más que un relámpago, 
que un milagro, más. El tiempo 
después de dártelo 
no lo quise para nada ya, 
para nada 
lo había querido antes. 
Se empezó, se acabó en él. 
Hoy estoy besando un beso; 
estoy solo con mis labios. 
Los pongo 
no en tu boca, no, ya no… 
- ¿Adónde se me ha escapado? 
Los pongo 
en el beso que te di 
ayer, en las bocas juntas 
del beso que se besaron. 
Y dura este beso más 
que el silencio, que la luz. 
Porque ya no es una carne 
ni una boca lo que beso, 
que se escapa, que me huye. 
No. 
Te estoy besando más lejos. 

  No quiero que te vayas 
No quiero que te vayas 
dolor, última forma 
de amar. Me estoy sintiendo 
vivir cuando me dueles 
no en ti, ni aquí, más lejos: 
en la tierra, en el año 
de donde vienes tú, 
en el amor con ella 
y todo lo que fue. 
En esa realidad 
hundida que se niega 
a sí misma y se empeña 
en que nunca ha existido, 
que sólo fue un pretexto 
mío para vivir. 
Si tú no me quedaras, 
dolor, irrefutable, 
yo me lo creería; 
pero me quedas tú. 
Tu verdad me asegura 
que nada fue mentira. 
Y mientras yo te sienta, 
tú me serás, dolor, 
la prueba de otra vida 
en que no me dolías. 
La gran prueba, a lo lejos, 
de que existió, que existe, 
de que me quiso, sí, 
de que aún la estoy queriendo. 

PARA VIVIR NO QUIERO 
Para vivir no quiero  
islas, palacios, torres. 
¡Qué alegría más alta 
vivir en los pronombres! 
Quítate ya los trajes, 
Las señas, los retratos; 
Yo no te quiero así, 
Disfrazada de otra, 
Hija siempre de algo. 
Te quiero pura, libre, 
Irreductible: tú. 
Sé que cuando te llame 
Entre todas las gentes 
Del mundo, 
Solo tú serás tú. 
Y cuando me preguntes 
Quién es el que te llama, 
El que te quiere suya, 
Enterraré los nombres, 
Los rótulos, la historia. 
Iré rompiendo todo 
Lo que encima me echaron desde antes de nacer. 
Y vuelto ya al anónimo  
Eterno del desnudo, 
De la piedra, del mundo, 
Te diré: 
“Yo te quiero, soy yo.” 

 No rechaces los sueños por ser sueños

No rechaces los sueños por ser sueños.
Todos los sueños pueden
Ser realidad, si el sueño no se acaba.
La realidad es un sueño.
Si soñamos
Que la piedra es la piedra, eso es la piedra.
Lo que corre en los ríos no es un agua,
Es un soñar, el agua, cristalino.
La realidad disfraza
Su propio sueño, y dice:
“Yo soy el sol, los cielos, el amor”.
Pero nunca se va, nunca se pasa,
Si fingimos creer que es más que un sueño.
Y vivimos soñándola. Soñar
Es el modo que el alma
Tiene para que nunca se le escape
Lo que se escaparía si dejamos
De soñar que es verdad lo que no existe.
Solo muere
Un amor que ha dejado de soñarse
Hecho materia y que se busca en tierra.




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