VIDA
Nació
en Bilbao (1864). Entre sus recuerdos de infancia destacan los de la guerra
carlista y el sitio de Bilbao. Estudió Filosofía y Letras en Madrid. Fue
catedrático de griego en la
Universidad de Salamanca, de la que sería elegido rector en
1901. Fueron frecuentes sus viajes y andanzas por España, pero residió en
Salamanca hasta su muerte, salvo de 1924 a 1930 en que estuvo
desterrado (en Fuerteventura y Francia) por su oposición a la Dictadura del general
Miguel Primo de Rivera. Tras la caída de éste, vuelve triunfalmente a España.
Fue diputado durante la
República y manifestó una actitud cambiante ante el
levantamiento militar del 36. En un primer momento lo apoyó, pero en octubre,
en el acto de inauguración del curso académico se enfrentó al general Millán
Astray y es famosa su frase “Venceréis, pero no convenceréis” o "Vencer no es convencer". Fue destituido y
confinado en su domicilio, donde murió el último día de 1936.
Su
vida fue de una intensa actividad intelectual y de constante lucha. Lucha consigo
mismo, debatiéndose entre contradicciones, sin hallar paz. Y lucha contra la
“trivialidad” de su tiempo o la falta de inquietudes, intentando sacudir las
conciencias.
EL ESTILO
Su
lengua es también la de un luchador: vehemente,
incitante. No busca la elegancia,
sino la expresividad, la intensidad.
Él mismo dijo que buscaba una lengua “seca, precisa, rápida…, caliente.”
Su
lucha con la expresión y con las ideas se manifiesta en paradojas y antítesis, o
en sus esfuerzos por revitalizar el
sentido de ciertas palabras. Es también máximo exponente de aquel gusto por las
palabras terruñeras que hemos
señalado.
EL PENSAMIENTO DE UNAMUNO. LOS ENSAYOS
Conocidos
son los dos polos de su pensamiento: el tema de España y el sentido de la vida
humana.
Pero
recordemos antes su evolución ideológica. Tras varias crisis juveniles, (1881,
1890), perdió la fe. En 1892 manifiesta ideas socialistas y se afilió al PSOE.
Se vuelca entonces sobre los problemas concretos de España. Pero ya en 1895
expresa a Clarín algunas reservas significativas. A los treinta y tres años, en
1897, una nueva crisis lo hunde en el problema de la muerte y de la nada.
Abandona entonces su militancia socialista y, cada vez más, volverá los ojos
hacia los problemas existenciales y espirituales, aunque sin dejar nunca su
preocupación por España.
La
preocupación por España le llevó a
continuas andanzas y a incesantes meditaciones. su amor por ella le arranca
este grito: “¡Me duele España!”. Y son copiosísimos sus ensayos sobre este
tema, como los recogidos en sus libros En
torno al casticismo (1985), Por
tierras de Portugal y España (1911), Andanzas
y visiones españolas (1912), etc. Entre sus obras sobre nuestra cultura,
destaca Vida de Don Quijote y Sancho
(1905), personal y apasionada interpretación del magno libro como expresión del
alma española y modelo de idealismo.
Las
meditaciones sobre el sentido de la vida
humana dan a Unamuno un puesto eminente en la filosofía española. Su
pensamiento es vitalista (precursor
del existencialismo moderno). Esto
quiere decir que, para Unamuno, el gran tema de la filosofía es “el hombre de
carne y hueso”, con sus anhelos y sus angustias. Y, con ello, el problema de Dios y de la inmortalidad, lo único que daría sentido a la existencia. Se
debatió sin cesar entre su razón, que
le llevaba al escepticismo, y su corazón,
que necesitaba desesperadamente a Dios.
Sus
dos grandes libros sobre este tema son Del sentimiento trágico de la vida
(1913) y La agonía del Cristianismo (1925). En el segundo, la palabra
“agonía” se emplea en su sentido etimológico de “lucha”: “Mi agonía, mi lucha
por el Cristianismo, la agonía del Cristianismo en mí…”.
Sus
centenares de ensayos y artículos tratan, por lo demás, muchos otros asuntos.
NOVELAS, POESÍA Y TEATRO
Cultivó
Unamuno todos los géneros y en todos dio vueltas a sus grandes temas.
Su
narrativa comienza con Paz en la
guerra (1897), novela “intrahistórica” sobre la guerra carlista. Entre sus
novelas posteriores destacan Amor y Pedagogía que obtuvo una fuerte crítica por
sus novedades formales, de manera que algunos críticos dijeron que no era una
novela. En la siguiente, Niebla (1914), continuó con la renovación
de las técnicas narrativas, y la denominó con actitud desafiante no novela,
sino… nivola. Es sin duda, su obra maestra en el género. Desde entonces, los
protagonistas unamunianos son “agonistas”, esto es, hombres que luchan
anhelosos de “serse”, de ser plenamente. Otros títulos Abel Sánchez, La
tía Tula, San Manuel Bueno, mártir.
Su
poesía, amplísima, compone una
biografía de su espíritu, desde sus Poesías de 1907 al Cancionero
póstumo, pasando por Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de
Velázquez (1920), en el que vierte su pasión por Jesús, De Fuerteventura a
París (1925) o Romancero del destierro (1927). Sus versos, de ritmos ásperos y
robustos, al margen de las tendencias, tardarían en ser apreciados.
Su
teatro ha tenido escaso éxito. Su
densidad de ideas no va acompañada de fluidez escénica. Citemos Fedra o El
otro, entre sus dramas.
SIGNIFICACIÓN
Unamuno
es un escritor que resulta apasionante por su bullente humanidad. Expresó con
una intensidad inigualada las inquietudes de su tiempo, de su generación. Y es,
en fin, uno de los grandes forjadores del castellano contemporáneo.
Castilla
Tú me levantas, tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo,
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
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